y debería salir a caminar
para sentir
la brisa de la primavera húmeda
observar
los narcisos,
los tréboles
las abejas
pero heme aquí
con el calor del fuego de fondo
con el ronquido de Kepi en mis oídos
y el atardecer en la ventana
no obstante
el deseo del movimiento
sigue ahí, latente
como el petirrojo
entre los arbustos
al amanecer.
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