Me despierto en la madrugada y me quedo mirando el techo en la oscuridad. Cuando vuelvo a encontrar el sueño, caigo en las profundidades de mi mente y me convierto en espectadora de mi inconsciente.
Sueño con alguien que quiero mucho, que se pierde en el frío y la nieve de la cordillera. Me levanto angustiada y con ganas de llorar. Pregunto sí está bien y la respuesta me tranquiliza.
Sueño que tengo el cuerpo inmóvil en la cama, donde me quedo dormida y llego tarde a trabajar, hasta que una amiga de otra vida me saca del letargo.
Sueño que alguien me abraza por detrás, me cubre todo el cuerpo y me dice al oído: ‘Todo va a estar bien’.
Siento el peso del abrazo en el cuerpo e intento ver quién me susurra. Sólo logro ver sombras.
Me despierto aún con el calor de la caricia sobre mí. Empiezo mi día aliviada.
Septiembre 2020
Foto: Ailín Pereyra @mapereyra
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