Querido cuerpo,
pronto se terminarán
los días de mirar por la ventana.
Es temporal.
Los árboles llenos de brotes,
los pájaros en el semillero,
los cuervos custodios de la casa,
y la abuela petirroja siempre presente.
El jardín florecido con
tulipanes y violetas.
El árbol de manzanas
como la chacra del abuelo.
La primavera llegó,
aunque sintamos que
no hemos florecido.
Tu ritmo ya no sigue
los ciclos naturales
de las estaciones.
Las vacas, el aserradero,
las gotas de lluvia en el techo.
El sol del atardecer y
el zumbido de las abejas.
Es tiempo de seguir hibernando,
para volver a florecer en la isla
de verde perenne y gris aterrador.
Poema seleccionado para le edición La vida oculta de la revista Casapáis – enlace
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